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Holanda se prepara para afrontar el trauma y los peligros de ‘los niños del ISIS’

Hay unos 200 menores de padres con lazos holandeses en Siria y Turquía. El Gobierno no los repatria de forma activa pero ha preparado planes de acogida y terapias

Isabel Ferrer
Mujeres y niñoS huyen de los combates de Baghouz (Siria)  en una ofensiva de las Fuerzas Democráticas Siria.
Mujeres y niñoS huyen de los combates de Baghouz (Siria) en una ofensiva de las Fuerzas Democráticas Siria.Chris McGrath (getty images)

Unos 3.000 menores de familias originarias de unos 43 países y afines al Estado Islámico (ISIS), viven en malas condiciones en campos de refugiados abiertos al noreste de Siria, según cálculos de Unicef. Unos 200 hijos de padre o madre nacidos en Holanda, o bien residentes de larga duración, están en suelo sirio y en Turquía. Casi tres de cada cuatro vinieron al mundo en los dos últimos lugares, y más de la mitad no ha cumplido aún los cuatro años de edad, indican los servicios secretos holandeses (AIVD). La repatriación de los niños del ISIS divide a los Gobiernos europeos.  El holandés no los retorna de forma activa. Sin embargo, el Consejo para la Protección del Menor, dependiente del Ministerio de Justicia y Seguridad, ha elaborado ya un centenar de planes de regreso y está en contacto con los abuelos y otros parientes cercanos de estos pequeños para facilitar su integración si vuelven.

La iniciativa del retorno está en manos de los padres que permanecen en Siria y Turquía. Ellos deben ponerse en contacto con la embajada holandesa para pedir el viaje de vuelta, y luego se evalúa su situación y se hacen pruebas de ADN para ver si los hijos que les acompañan son suyos. “Hemos visto que la mayoría de los que se sumaron a ISIS hablan con sus familiares en Holanda, ya sea a través de Skype o por teléfono. En esos casos, animamos a los abuelos de aquí a que se muestren ante sus nietos para que les reconozcan si retornan. Los adultos que siguieron al ISIS saben que investigamos su situación. Al mismo tiempo, todas las instancias de la cadena oficial dedicada al menor están en contacto para atenderles si regresan, y efectuar el seguimiento de las terapias que necesiten. Se prevé instalar a los más pequeños con sus parientes, o bien en hogares de acogida”, dice Richard Bakker, portavoz del Consejo para la Protección del Menor. Si bien la ayuda prestada estará en manos de las autoridades locales, se pedirá consejo externo, desde psicólogos infantiles a expertos en traumas, islamismo o procesos de radicalización.

Aunque el trauma de la guerra sufrido por un menor no es nuevo, y menos en Europa, el precedente de los niños del ISIS es escaso. Concurre aquí un factor de riesgo añadido “para la seguridad nacional”, esgrimido por Justicia: a partir de los nueve años, han podido recibir instrucción militar y pueden saber usar armas. A los padres les espera el ingreso en una cárcel y las investigaciones necesarias para averiguar si participaron en actos terroristas, y también si están capacitados para ocuparse de su prole sin adoctrinarlos. Los menores solo pueden ser internados en Holanda en centros adecuados a partir de los 12 años, donde serán atendidos.

Situación diferente cuando vienen con las madres

La situación varía si regresan solo con sus madres De momento, el Gobierno asume que ellas viajaron voluntariamente a territorios controlados por ISIS, y deben ser investigadas para ver qué hicieron. Los lactantes permanecen con ellas en cárceles apropiadas, pero si no están enfermos o tienen otras necesidades especiales, la separación inicial es inevitable por las sospechas de terrorismo que pesan sobre las mujeres. Sin embargo, Margrite Kalverboer, defensora del Menor sostiene que “cada caso y cada niño debe ser estudiado por separado”. Por eso ha pedido que una comisión independiente investigue sus necesidades “uno por uno a la hora del retorno”. El titular de Justicia, Ferdinand Grapperhaus, le ha contestado que no es el momento porque ir en su busca es muy peligroso.

“Hay experiencias con los problemas padecidos por los hijos de los holandeses que se sumaron a los nazis durante la II Guerra Mundial, y luego tenemos los tratamientos para los niños soldados africanos. Lo esencial es que estos menores del ISIS no sean separados de sus madres una vez en Holanda, sino que los detengan con ellas. Han pasado por un gran trauma allí, y si les quitan a la madre aquí sería añadir otro daño después de una experiencia terrible. Es lo que el psicoanalista Hans Keilson llamó traumatización secuencial [o trauma psicosocial del Holocausto, que cifra la posibilidad de una vida satisfactoria en el apoyo y seguridad recibidos después en el hogar adoptivo]”, asegura Akke Veerman, psicóloga clínica y psicoanalítica infantil.

“Aunque es verdad que los niños más mayores pueden haber manejado armas, y la sensación de inseguridad que ello produce es comprensible, el tratamiento que reciban debe enseñarles a diferenciar entre lo que hacen y lo que piensan. Los niños tienen que saber que puedes querer o pensar en cosas horribles, pero no traducirlo en hechos reales. El trauma conlleva una quiebra que deriva en ver a la gente solo como buena o mala, y esa es una base para el terrorismo. Dejarlos en Siria supondría perder una generación. En un campo de refugiados, sin guía y en pésimas condiciones, hay peligro de que se radicalicen y lo vean todo blanco o negro, bien o mal. Hay que investigar si los padres, o bien las madres, están capacitados para la cercanía y el afecto. De no ser así, hay que tratarlos a ellos también y buscar otras posibilidades. Un niño está en desarrollo constante y es más fácil favorecer un cambio positivo, que evite el afán de venganza, en un buen ambiente”, dice. A continuación, añade que de una pesadilla se puede salir con ayuda. “Si se puede hablar, hay futuro”.

Sin dar cifras concretas, el Consejo para la Protección del Menor indica que “han vuelto ya algunos niños con sus madres, y también han sido repatriados dos huérfanos, de dos y cuatro años”. Ambos aterrizaron a principios de junio en el curso de una operación liderada por el Ejecutivo francés, que recogió en Siria a otra decena de niños con un nexo galo. El ministro Grapperhaus explicó al Congreso que los dos pequeños estaban sin tutela parental, y no se les considera un peligro por su edad. En marzo de 2019, Geert Cappelaere, director regional para Oriente Medio y el Norte de África, de Unicef, pidió que “no se estigmatice como terroristas a los niños que crecieron en el autoproclamado califato del grupo Estado Islámico”. “No se puede ignorar el destino de estos hijos de yihadistas, porque el mensaje de que son indeseables va en aumento. No son terroristas y merecen una infancia y una oportunidad”, declaró, en una conferencia de prensa en Beirut.

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